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2.1 CONVICCIONES SOBRE NUESTRA DIRECCIÓN
Los pastores predican en una cultura que está basada en la imagen, posmodernismo, pragmática y orientada en el éxito. Sin ni siquiera comentar sobre si esto es o no es alcanzable, una creencia en la Verdad—inerrante, suficiente, potente y exclusiva—es contra cultural. Consecuentemente, los pastores tienen una falta de confianza en la Palabra de Dios y deben ser convencidos que la predicación expositiva es 1) lo que Dios pide de ellos, y 2) que trae el crecimiento y madurez radical del evangelio que promete la Palabra de Dios.

Los talleres plantean un reto único para los instructores y participantes. La misma naturaleza de estos talleres asume que la predicación expositiva puede ser enseñada y aprendida. Asumimos que élel método de explicación de predicación es una serie de ideas subyacentes y constantes (y correctamente así, dada la fundación bíblica). En la intemporalidad de la Biblia, estas series deben ser transferibles. Podemos implementar esta práctica a mayor o menor extensión, y podemos entregársela a la siguiente generación. En cierto modo, esta capacidad de transferencia es contra intuitivo con la tradición de los grandes predicadores expositivos. ¿Podemos implementar el estilo de Spurgeon o los métodos de Lloyd Jones? ¿Podemos seguir la tradición del gran Charles Simeon adecuadamente? ¿Podemos acercarnos a la grandeza de Dick Lucas o John Stott? La sabiduría común sugiere que no es posible replicar este carisma tan singular en el púlpito o ese entendimiento extraordinario en el estudio. Al mismo tiempo, rechazamos la idea que su compresión sobre la exposición es necesariamente singular. En otras palabras, no defendemos la imitación de un personaje, pero creemos firmemente que hay cierto elemento en la manera que manejan las Escrituras, un aspecto de sus mentes expositoras, que se puede aprender y pasar de una generación a la siguiente.

2.2 METAS DEL TALLER
La misión de los talleres es triple. Primero, para que la predicación expositiva capture al predicador y posteriormente edifique y evangelice a su congregación, él debe, con confianza, aplicar la tarea a sí mismo. Debemos convencer a los pastores que el corazón del ministerio pastoral es la proclamación de la Palabra. En segundo lugar, a medida que es convencido, él debe crecer en su confianza en practicar la predicación expositiva. Debemos animarle en su propio ministerio, que debe durar toda la vida, mostrándole con la Palabra. Finalmente, a medida que es animado, al predicador le deben ser dadas  herramientas para aplicar principios específicos de tal manera que entienda y sea equipado  para la verdadera predicación expositiva. Debemos enseñarle  cómo manejar correctamente la Palabra de Dios.

Debemos ofrecerles algo que los predicadores valorarán—la promesa de hacerse maestros del libro o pasaje, un número de bosquejos de sermones, una serie de principios que le ayudarán a manejar la Palabra de Dios correctamente. Nuestro proceso puede ser explicado en tres actividades.

1. Convencer al predicador de que la predicación expositiva debe ser llevada a cabo.
Utilizando las Escrituras, enseñamos a los hombres que la perspectiva de Dios sobre la predicación tiene en el centro la proclamación de la palabra. El ministerio del nuevo pacto es proclamar a Jesucristo como Señor. Esto requiere mucho trabajo y no garantiza crecimiento numérico, ni popularidad. La obra de Dios en las vidas de Su pueblo ocurre por medio de la Palabra y Su Espíritu. Esto lleva a cabo ambas cosas, la justificación y la santificación. Prácticamente:

  • Debemos desenmascarar las tentaciones a las que los pastores se enfrentan.
  • Podemos demostrar un entendimiento particular del ministerio de la Palabra: a) de dos maneras: ampliamente y por medio de muchos contextos y diferentes estilos personales (no una fórmula), y b) un entendimiento muy estrecho (exposición, no predicación teológica).
  • Debemos demostrar que el Espíritu obra por medio de la Palabra, Dios revela a Cristo por medio de la Palabra, y que la gente crece en fe por medio de la Palabra.

2. Animar a los predicadores que se puede llevar a cabo.
La palabra animar puede tener muchos significados. En nuestro ambiente, animar al predicador tiene el sentido de darle confianza en el trabajo de la exposición que, en realidad, es distinto al ánimo en el sentido de darle una comunidad relacional por medio del estudio de la Palabra. Sin embargo, debemos ser dados a animar de ambas maneras ya que están íntimamente unidas. La confianza, cuando llega el momento de ejecutar, esta fundamentalmente apuntalada en la condición del corazón del predicador. En otras palabras, un predicador puede ser técnicamente eficiente y comprometido de todo corazón a la exposición, pero puede batallar con el pecado y con el orgullo o desesperación del aislamiento. En esos momentos de fallos morales o aislamiento personal, procederá con confianza vana e injustificada en sí mismo o su confianza será sacudida. Ninguna de las dos cosas es tolerable.

El ánimo en la realidad de la predicación:

  • Reconociendo que la reorientación requiere un precio.
  • Honrando a aquellos que están comprometidos con el ministerio de la Palabra.
  • Reconociendo que la predicación es aprendida más con el ejemplo que con la enseñanza.
  • Incrementando la confianza en que estas palabras son las Palabras de Dios.
  • Modelando la exposición.
  • Retroalimentando honestamente y no meramente adquiriendo confianza sobre uno mismo.
  • Preparando al predicador para salir de allí y predicar el libro a su propia congregación.

El ánimo al alma del propio predicador:

  • Anima la rendición de cuentas.
  • Facilita compañerismo genuino, una comunidad activa y suficiente tiempo para la oración.

3. Demostrar al predicador como se hace.
Enseñar a los participantes como se hace la exposición puede ser considerado como tres tipos de preparación:

  • La preparación del predicador incluye infundir convicciones sobre: a) el establecimiento del texto como soberano, b) el predicar la palabra de Dios en oración, c) el predicar la Palabra de Dios con amor, y d) aplicar el texto a uno mismo primero.
  • La preparación en el texto requiere: a) encontrar la intención del autor, b) usar los controles (exegéticos y teológicos), c) hacer el trabajo duro de observación, d) utilizar ejercicios, e) encontrar conexiones bíblicas, y f) desenmascarar planteamientos erróneos.
  • La preparación del sermón requiere a) encontrar el tema/argumento/bosquejo, b) hacer que el énfasis del texto sea el punto del sermón, c) claridad.

2.3 SESIONES DE INSTRUCCIÓN
La unidad fundamental de instrucción en los talleres se llama la sesión de instrucción. Las exposiciones demuestran e ilustran los principios transmitidos en las sesiones de instrucción. Las sesiones de grupos pequeños refuerzan las instrucciones y proveen una ocasión para practicar. Entonces, mientras que los talleres solo funcionan cuando las cuatro partes se llevan a cabo, las sesiones de instrucción ofrecen una oportunidad clara y explícita de transferir los principios de exposición. El entender nuestra metodología para estas sesiones de instrucción y los grupos pequeños es esencial:

El valor del método socrático
En el diálogo de Platón, el método socrático, (o debate o replanteamiento de preguntas), es un método dialéctico de averiguaciones aplicado a la examinación de conceptos morales claves. Es usado por maestros para fomentar el aprendizaje activo lo máximo posible. En otras palabras, no deberíamos responder inmediatamente las preguntas que hacemos, o perderemos una oportunidad para ayudar a los participantes a descubrir las respuestas por su propia cuenta. Queremos que los participantes se dediquen al pensamiento crítico independiente que nos lleva a un entendimiento más profundo de los principios. Podemos hacer esto de las siguientes maneras:

  • Utilizando preguntas que causen que los participantes aprendan los principios por su propia cuenta. Al hacer esto, ellos desarrollarán un adueñamiento emocional del principio.
  • Utilizando preguntas, los participantes tendrán tiempo para alcanzarte en su entendimiento del principio.
  • Distribuyendo las preguntas entre los participantes.

Una debilidad del método socrático es que puede hacer del instructor un gurú, en vez de apuntar a los participantes directamente al texto. Ten mucho cuidado con esto.